¿Quién es el empresario del Capital Riesgo?
Contrariamente a lo que se pueda pensar la industria del capital riesgo no se desarrolla por banqueros o profesionales avezados que logran convencer a bancos, Fondos Institucionales, ricos o familias adineradas para que les cedan sus ahorros o una parte de su dinero para invertirlo en empresas y multiplicar el dinero confiado.
El empresario del capital riesgo responde al perfil de un profesional que decide emprender la aventura empresarial jugándose su propio dinero, su prestigio, su reputación, su tiempo y su conocimiento y experiencia invirtiendo no en una empresa sino en varias que gestiona hasta que las vende y vuelve a iniciar el proceso.
Todas las gestoras de capital riesgo, en sus orígenes, han requerido del espíritu empresarial de los profesionales que se lanzan a la aventura de la inversión profesionalizada y estructurada en empresas de todo tipo. Son profesionales que han dado un paso al frente poniéndose la “casaca de empresario” y que están convencidos de su capacidad para desarrollar esas compañías en las que inviertan en un plazo de tiempo definido de antemano.
Lógicamente esos profesionales/empresarios que se juegan una parte muy importante de sus ahorros e incluso se endeudan, para invertir en empresas no cotizadas necesitan contar con más capital del que son capaces de reunir por sí mismos. Para ello acuden a entidades financieras, instituciones, patrimonios familiares y personas con liquidez (con dinero, con independencia del patrimonio) para que confíen, una mínima parte del dinero que tienen, en manos de esos profesionales y empresarios que acreditan experiencia, currículum, convicción y capacidad para identificar buenas oportunidades de inversión y hacerlas crecer, creando valor para sí mismos y para sus socios; que lo son tanto esos ricos, bancos o instituciones como esos empresarios a cuyas compañías aportan capital y talento. El promotor de una gestora de capital riesgo que constituirá vehículos de inversión específicos (sectoriales, especialistas o generalistas), se juega muchísimo más en términos relativos que los inversores financieros que (de forma pasiva) los acompañan en la aventura. Si les sale mal, no solo habrán perdido su dinero, que quizás les afecte de forma determinante en el futuro, sino que habrán dañado sensiblemente su reputación y prestigio, lo cual realmente es mucho más importante.
Se utiliza el término “alineamiento de intereses” para expresar la estrecha relación que mantiene el gestor de los fondos de una sociedad de capital riesgo con su inversores y socios, hasta el punto de que el inversor pasivo le exige que además de una dedicación en cuerpo y alma, también se juegue una parte relevante de su dinero (a veces más de lo que tenga) con lo que se asegura que velará sin duda por los intereses comunes, el dinero en juego, el capital.
Podemos utilizar el símil de Cristóbal Colón que convenció a los Reyes Católicos para financiar una empresa arriesgada donde tanto Colon como su equipo de marineros expertos y con arrojo se lanzaron a descubrir la ruta de las indias y casi perecieron todos en el intento. El gestor del capital riesgo es el Cristóbal Colón de nuestros días, aunque se le exige mucho más pues tanto él como los intrépidos y expertos tripulantes que le acompañen deberán contribuir a llenar las bodegas de los barcos, pagar a la marinería y proveerse de los pertrechos necesarios para el buen fin de la singladura. En pocas palabras, los profesionales del capital riesgo “nos jugamos el todo por el todo”.
El capital riesgo por tanto no es un negocio de consultoría profesional, de “conseguidores” o comerciales con enormes capacidades de convicción y persuasión, sino que se han de aunar tanto el talento, la experiencia y el conocimiento como el capital propio y ajeno, para conformar una empresa con un objetivo claro: crear riqueza para los inversores y los propios profesionales que se juegan su “hacienda” y reputación en beneficio de las compañías en las que invierten y en el de la sociedad en general pues se crearán puestos de trabajo y se consolidarán industrias.
Es un reto apasionante donde como le ocurrió a Don Cristóbal, los profesionales de Delicias Capital andamos haciendo acopio de velas, jarcias, bagajes diversos, alimentos para la bodega y los mejores tripulantes para con la ayuda de nuestros “reyes” (los inversores que nos confían parte de su dinero) que contribuirán a conformar una flota adecuada para “descubrir las Américas en beneficio de todos”.
Además, por descontado llevaremos allá donde nos lleven los vientos y la pericia de nuestros navegantes (el sensacional equipo que estamos haciendo en Delicias) lo mejor de nosotros mismos: capital, talento, dinamismo, convicción, dedicación, rigor, conocimiento y una gran dosis de fraternidad y amabilidad humanas para hacer felices a muchos.