El Private Equity como activo alternativo

El dinero ocioso siempre ha sido un mal negocio para su propietario por cuanto el mero hecho de mantenerlo “bajo el colchón” hace que, con el paso del tiempo, éste pierda su poder adquisitivo por efecto de la inflación. Ante esta obviedad el patrimonio líquido mantenido sin productividad se debe limitar a las necesidades inmediatas de sus tenedores.

Tradicionalmente las familias y particulares con patrimonio líquido han distribuido su dinero en diversos tipos de activos que les procuren un retorno, es decir, una rentabilidad en forma de rentas o plusvalías, tratando de combinar activos que se ajusten a su perfil de riesgo.

Los activos tradicionales frente a los alternativos.

Los activos que podemos calificar como “tradicionales” son aquellos que, desde hace muchos años, han estado accesibles para los tenedores de patrimonio, entiéndase por tales los activos inmobiliarios (real state), la renta variable o la renta fija que cotizan en mercados de valores, además de los metales como el oro y la plata o los diamantes por citar algunos.

Es evidente que la inversión en activos inmobiliarios o “Real State” es una inversión que podemos calificar como “inversión refugio” que con frecuencia no produce rentas sino posibilidad de uso y disfrute y la tranquilidad de que, salvo imponderables, no pierdan valor por efecto de la inflación. Estas inversiones pueden también incorporar un deseo de obtención de rentas y se traducen en bienes raíces productivos como pueden ser fincas agrícolas y ganaderas o edificios industriales, oficinas o locales comerciales.

La inversión en oro, plata o diamantes es también una “inversión refugio” pero a nuestro juicio tiene quizás más volatilidad que los activos inmobiliarios.

La inversión en renta variable y fija comporta la asunción de un mayor riesgo y en este caso el hecho de existir mercados organizados y supervisados por entidades nacionales les otorga un enorme grado de liquidez al igual que la volatilidad propia de la interacción de los inversores de esos mercados que en el caso de que estos sean “estrechos”, es decir que poco volumen pueden ser afectados por la intervención de grandes capitales que puedan desestabilizarlos.

Los activos alternativos son aquellos que con la evolución de los sistemas económicos y la intervención de organismos supervisores de ámbito estatal o supranacional, garantes de la transparencia y el buen funcionamiento de los mercados y los profesionales que intervienen en estos, han permitido que se pueda invertir en sectores o ámbitos inexistentes hasta el siglo XIX, si bien es a partir del siglo XX cuando experimentan un mayor crecimiento y variedad de activos subyacentes.

El Capital Riesgo nace en la economía estadounidense en la década de los 50 y 60 con inversiones en compañías en fases incipientes de desarrollo que podrían clasificarse de actividades de “venture capital”. Estas las protagonizaban familias con importantes recursos económicos, sobre todo en el estado de California (Silicon Valley) y es a partir de los años 80 cuando el gobierno americano desarrolló un marco jurídico y normativo específico encaminadas a promover y facilitar las inversiones en empresas no cotizadas.

El Private Equity es una evolución de la inversión del Venture Capital que se orienta a la inversión en el desarrollo de compañías consolidadas, con cifras de ventas relevantes y estructuras directivas definidas, pero en ciclos expansivos y con grandes expectativas de crecimiento.

Tanto el Private Equity como el Venture Capital suponen la inversión en empresas no cotizadas y cuya correlación con los mercados de valores es menor. Si separamos el riesgo sistemático (vinculado a factores generales de la economía, la inflación, las regulaciones, los acuerdos multilaterales entre países, etc.) del riesgo asistemático o riesgo particular de una empresa (vinculado a sus directivos, nichos de mercado, productos, etc.), está demostrado que las compañías no cotizadas presentan una menor exposición al riesgo sistemático que las cotizadas y un mayor riesgo asistemático, de ahí la importancia de contar con profesionales expertos que evalúen la bondad de la oportunidad de la inversión, identifiquen las variables críticas y factores de riesgo asistemático relevantes.

El Private Equity al igual que la inversión en las cotizadas en mercados de valores como el BME Growth ofrece la posibilidad de obtener una rentabilidad superior que la inversión en grandes compañías que cotizan en mercados de valores internacionales como el DOWN, NASDAQ o NIKKEI cuyas expectativas de crecimiento son menores en la medida en que éstas son empresas maduras y atienden a mercados globalizados y estables.

El objetivo de rentabilidad generalmente aceptado en la industria del Private Equity es la obtención de una tasa interna de rentabilidad del 25%, lo que supondría multiplicar por tres (x3) una inversión en un Fondo gestionado por una gestora con profesionales con experiencia, conocimiento y reputación acreditados.

El Fondo Delicias Spinnaker Select de Delicias Capital SGEIC S.A. está orientado a compañías no cotizadas, con cifras de negocio a partir de 10 millones de euros, que acrediten ventajas competitivas diferenciales y sostenibles y un plan de crecimiento que permita crear valor en un plazo orientativo de 5 años.