El valor del capital de una empresa

¿Qué es el capital empresarial?

 El capital de una empresa es una magnitud del volumen de dinero aportado por sus socios para financiar la actividad de ésta y por tanto es una fuente de financiación que se utiliza para atender las necesidades de inversión o los pagos originados por la actividad: gastos, deudas, etc. 

 Pero desde una perspectiva más amplia el capital lo podemos clasificar en dos tipos: capital monetario y capital humano. El capital humano también lo podemos dividir en dos categorías: el capital intelectual y el capital emocional. 

 

El valor del capital monetario

Sin duda, la capitalización monetaria de una empresa es un factor decisivo para el desarrollo de un negocio a largo plazo eliminando las tensiones que provoca la deuda. Si bien, el exceso de dinero disponible puede ser pernicioso si la Dirección de la empresa no es consciente de que éste también tiene un coste implícito y por tanto ha de tomar decisiones considerando las expectativas de sus accionistas. 

 Cuando el tipo de actividad que se desarrolla y el entorno competitivo exigen disponer de una infraestructura y equipamiento significativos es imprescindible contar con el capital monetario suficiente y que la compañía genere la caja esperada para remunerarlo y financiar las futuras necesidades de inversión. 

 El capital monetario es también un elemento clave que actúa como barrera de entrada en el sector, de ahí la importancia que adquiere el acceso a los mercados de capitales en el caso de las empresas cotizadas o tener inversores con capital suficiente como sería el caso de contar con Fondos de Inversión en el capital de una compañía, lo que de facto es un elemento diferenciador para con aquellos competidores que no despiertan el interés de este tipo de socio o inversor. 

 

El valor del capital humano

 Capital intelectual

 Es una evidencia que la capacitación profesional de los directivos y empleados en general de una empresa son factores clave para el éxito de ésta. Si bien, el caudal de conocimiento, experiencia y capacidades ha de ser encauzado adecuadamente y eso dependerá de dos aspectos fundamentales: la cualificación del equipo directivo (y su líder) y la cultura empresarial existente. 

 Las consultoras profesionales que operan a nivel mundial y gozan de un significativo prestigio tales como The Boston Consulting Group, McKinsey & Company, Roland Berger y similares siguen una política de captación de talento al estilo de los directores deportivos de los mejores clubes del mundo: cuentan con la colaboración de la Dirección de las mejores universidades (el equivalente a los “ojeadores” del mundo del fútbol) que identifican a los estudiantes más brillantes y los informan. El objetivo es enrolar talento para conformar unos equipos profesionales con un elevadísimo coeficiente intelectual que, junto a unos procedimientos excelentes de evaluación, formación y dirección, les permita ofrecer unos servicios de consultoría de altísimo nivel. Siendo este un proceder inteligente, no es menos cierto que hay que “conjuntar” esa capacidad intelectual para que sea útil (como reza un eslogan de un fabricante de neumáticos, “la potencia sin control no sirve para nada”). 

 

Capital emocional

 En el mundo de la empresa el talento hay que encauzarlo adecuadamente y eso supone implantar una cultura empresarial profesionalizada donde primen valores humanos como la responsabilidad, la ética, la laboriosidad, el respeto, el compañerismo y el espíritu de servicio, entre otros. 

 El aspecto emocional es también parte del capital humano y un factor clave para el éxito en la implantación de una cultura profesional donde primen los valores humanos indicados. Y por tal nos referimos a la necesaria estabilidad emocional de los directivos y profesionales que lideran una empresa y que en esencia supone a nivel interno, el ganarse la autoridad a través del desempeño profesional, ser ecuánimes y objetivos en la evaluación de las diversas situaciones ante las que hay que tomar decisiones importantes, ser justos en el trato con los trabajadores no sólo a efectos remunerativos sino en el trato diario, en la dirección del trabajo, en la valoración del desempeño, en la asignación de funciones y responsabilidades y en definitiva es el que fomenta un buen ambiente profesional sin menoscabo de la exigencia y búsqueda de la excelencia.  

En la esfera externa, el capital emocional es lo que trasciende hacia los clientes, proveedores, competidores, profesionales externos, socios y compañías participadas. 

 El capital emocional hay que construirlo a través de la praxis que conforma esa cultura profesional desde el primer directivo al último empleado lo que supondrá que el proveedor, cliente o socio recibirá un trato amable, transparente, respetuoso y cualificado y siempre cumpliendo con los compromisos adquiridos: personales, profesionales o económicos.  

El capital emocional es tan importante o más que el capital intelectual pues es el que permite retener talento, alinear intereses, promover el espíritu de colaboración para conformar un verdadero equipo profesional con el que alcanzar la excelencia y aportar valor en los contextos en los que se interactúa, sean estos una toma de participación societaria, la aceptación de un encargo profesional o el mismo desarrollo empresarial. 

  

El valor del capital radica tanto en el capital monetario disponible como en el capital humano expuesto. El uno sin el otro, no lleva a la Excelencia. En Delicias Capital aunamos el capital monetario, el capital intelectual y el capital emocional, buscando el equilibro y creando una filosofía de trabajo e inversión donde además del dinero, todos los profesionales asumimos esos valores humanos que conforman nuestro código ético y nuestro desarrollo profesional diario y constituyen un pilar del capital aportado a nuestras participadas y a las iniciativas y proyectos en los que intervenimos.